Con tanta destrucción a causa de los huracanes de esta temporada en el Caribe, va a haber mucha gente que se desplazará, buscando empezar su vida en lugares nuevos. Ya hemos visto desplazamientos masivos de personas desde zonas asoladas por la sequía, las inundaciones o las tormentas. Muchos se refieren casualmente a estas personas como «refugiados climáticos».
Pero el problema con el término refugiado climático empieza con la palabra «refugiado».
«El término refugiado tiene unas consecuencias legales muy serias, y es una definición legal muy rígida. Suele ser una determinación individual basada en el temor de una persona a ser perseguida», explica Mara Kimmel, abogada de inmigración en Anchorage, Alaska.
La definición legal de refugiado se remonta a los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando las Naciones Unidas definieron a un refugiado como una persona que se encuentra fuera de su país, alguien que no puede regresar debido a un temor fundado de persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, opinión política o pertenencia a un grupo social.
«No creo que eso sea necesariamente trasladable a una situación en la que comunidades enteras se ven obligadas a huir y a reubicarse a causa del cambio climático», dice Kimmel.
Personas caminan entre los escombros en la orilla del mar tras el paso del huracán María en Punta Cana, República Dominicana, 21 de septiembre de 2017.